¿Te has dado cuenta que en una conversación normal de 5
minutos más de la mitad de las palabras que utilizas son groserías? Hay
diversas opiniones acerca del uso de éstas, sin embargo son tan comunes que ya
cualquier persona, sin importar edad, sexo o religión, las dice, aun sin
siquiera conocer su significado.
De una muestra de 100 personas (escogidas al azar), 76 no
están de acuerdo con el uso de las groserías, ya que las consideran una falta
de educación y de respeto, sin embargo afirman utilizarlas frecuentemente. Con
esta esta investigación queremos que te informes sobre su significado y el
contexto en el que es más adecuado utilizarlas.
¿Cómo surge este
lenguaje?
Las palabras nos
sirven para comunicarnos, es un código convencional que supuestamente habrá
comenzado con gestos, luego con sonidos, dando lugar finalmente a la
construcción de palabras para comunicarse, designar las cosas, los sentimientos
y las acciones. La palabra, entre otras cosas, tiene poder para crear
realidades, para convencer, para herir, ofender y también para hacer felices a
las personas.
Las malas palabras las hay de gran peso, de peso mediano,
y de cierta ligereza. En su inmensa mayoría está relacionada con el sexo
Su más implacable proscripción, sin embargo, ocurrió varios siglos más tarde
–durante la Edad Media— cuando el simple hecho de mirarse las partes sexuales
propias era tenido por grave pecado.
Contexto en el que se
desarrollan las groserías
Las
sociedades generan sus formas particulares de humillación y blasfemia.
Emitir
groserías es un fenómeno social, inherente a la vida humana. Los hombres de
diversas sociedades, antiguas y modernas, han creado diferentes maneras.
El Diccionario del Español usual en
México (1996, 469) define grosería como
“palabra o expresión con que se insulta o se tiñe de agresividad y falta de respeto una
comunicación o un discurso”. Es una categoría
más amplia que abarca todas aquellas voces, gestos, ademanes que el
hombre utiliza para ofender provocando e
irritando a sus prójimos. Por ejemplo, un joven no emplea las groserías ante sus padres, pero con sus
amigos o en una circunstancia específica como un accidente de tráfico, puede
sentirse con libertad para hacer uso de ellas.
Bajo esta situación, uno recurre de forma automática al empleo de estas
palabras tabuizadas sin pensarlo mucho.
Desde
el punto de vista funcional el emisor, a través de las palabras groseras, puede
lastimar a la gente, ya que las utiliza para ofender al receptor provocándolo e irritándolo. Pero a veces el emisor
las pronuncia solo para descargar sus
sentimientos emocionales sin ninguna intención de amenaza de la imagen del interlocutor. No causan un sentimiento de
agresión al otro. Por lo tanto, el interlocutor no reclama el empleo de estas
formas vulgares ni exige su reparación.
La importancia del uso de
las malas palabras
En
nuestra lengua, las groserías poseen una carga semántica única, sin la cual no
lograríamos expresar si las reemplazáramos con alguna otra expresión, por
ejemplo, si en una situación
determinada nos molesta el comportamiento
inoportuno o lo dicho por alguna persona, y nos sentimos con toda la libertad
de ofenderle tenemos dos opciones, o bien le decimos "eres una persona
que posee poca inteligencia" o recurrimos a una grosería: "eres un
idiota". Aunque en ambas formas lo que se está señalando es la poca
capacidad intelectual del individuo, la segunda expresión refleja mayor énfasis
en ese defecto.
¿Sabías que las groserías representan
una válvula de escape para la tensión, por la que pasamos, al insultar
descargamos a tal grado nuestro enojo, nuestra impotencia, nuestro dolor, que
se podría decir que el insulto puede cumplir también una funcionan catártica en
el ser humano?
La catarsis es la sensación o vivencia o salud
que una persona ha logrado conquistar los sentimientos de alivio, relajación,
libertad, equilibrio e integración en la realidad y en el grupo por medio de
una compresión de su situación real.
Resultados
Se llevó a cabo una encuesta a 100 personas escogidas al
azar, entre ellos se incluían adultos, jóvenes, adolescentes y niños. La imagen
del lado muestra parte de los resultados.
Con
esta investigación no pretendemos tomar una postura a favor ni en contra de las
groserías, simplemente queremos resaltar su importancia en la sociedad y de que
hoy en día se ha vuelto un lenguaje común. Tal vez el decirlas en una situación
“adecuada” este bien, por ejemplo en una plática con tus amigos, puedes pasarte
horas mencionándolas y nadie de los presentes se sentirá incómodo, es más
puedes “jugar” con esas palabras, en cambio si las dices a una persona, como tu
jefe, o cualquier otra, con toda la intención de ofender las reacciones serán
diferentes.
Es
sorprendente notar que son las mujeres quienes dicen más groserías, ya que afirman que se han tenido que “igualar” de
alguna manera al mismo lenguaje que los hombres, aunque ellas mencionan que es
de mal gusto tener que utilizarlas.
Forma
tu propio criterio y decide.
Si
se considera que es innecesario decirlas, ¿por qué lo hacemos?.
Bibliografía
Integrantes:
Álvarez
Díaz Estefanía Isabel
Carrillo Ramírez Brenda
García Molina María Isabel
Juárez Sánchez Raquel
Sánchez López Viridiana