cEMENTERIO

sábado, 30 de marzo de 2013

¡HAY GÜEY! NO MA… ESO QUE!!!

¿Te has dado cuenta que en una conversación normal de 5 minutos más de la mitad de las palabras que utilizas son groserías? Hay diversas opiniones acerca del uso de éstas, sin embargo son tan comunes que ya cualquier persona, sin importar edad, sexo o religión, las dice, aun sin siquiera conocer su significado. 
De una muestra de 100 personas (escogidas al azar), 76 no están de acuerdo con el uso de las groserías, ya que las consideran una falta de educación y de respeto, sin embargo afirman utilizarlas frecuentemente. Con esta esta investigación queremos que te informes sobre su significado y el contexto en el que es más adecuado utilizarlas.
                                                       ¿Cómo surge este lenguaje? 

Las palabras nos sirven para comunicarnos, es un código convencional que supuestamente habrá comenzado con gestos, luego con sonidos, dando lugar finalmente a la construcción de palabras para comunicarse, designar las cosas, los sentimientos y las acciones. La palabra, entre otras cosas, tiene poder para crear realidades, para convencer, para herir, ofender y también para hacer felices a las personas.


Las malas palabras las hay de gran peso, de peso mediano, y de cierta ligereza. En su inmensa mayoría está relacionada con el sexo 
Su más implacable proscripción, sin embargo, ocurrió varios siglos más tarde –durante la Edad Media— cuando el simple hecho de mirarse las partes sexuales propias era tenido por grave pecado.
  Contexto en el que se desarrollan las groserías
Las sociedades generan sus formas particulares de humillación y blasfemia.
Emitir groserías es un fenómeno social, inherente a la vida humana. Los hombres de diversas sociedades, antiguas y modernas, han creado diferentes maneras. El  Diccionario del Español usual en México  (1996, 469) define grosería como “palabra o expresión con que se insulta o se tiñe de  agresividad y falta de respeto una comunicación o un discurso”. Es una categoría  más amplia que abarca todas aquellas voces, gestos, ademanes que el hombre utiliza  para ofender provocando e irritando a sus prójimos. Por ejemplo, un joven no emplea  las groserías ante sus padres, pero con sus amigos o en una circunstancia específica como un accidente de tráfico, puede sentirse con libertad para hacer uso de ellas.  Bajo esta situación, uno recurre de forma automática al empleo de estas palabras  tabuizadas sin pensarlo mucho.
Desde el punto de vista funcional el emisor, a través de las palabras groseras, puede lastimar a la gente, ya que las utiliza para ofender al receptor  provocándolo e irritándolo. Pero a veces el emisor las pronuncia solo para descargar  sus sentimientos emocionales sin ninguna intención de amenaza de la imagen del  interlocutor. No causan un sentimiento de agresión al otro. Por lo tanto, el interlocutor no reclama el empleo de estas formas vulgares ni exige su reparación.
  La importancia del uso de las malas palabras
En nuestra lengua, las groserías poseen una carga semántica única, sin la cual no lograríamos expresar si las reemplazáramos con alguna otra expresión, por ejemplo, si en una situación
determinada nos molesta el comportamiento inoportuno o lo dicho por alguna persona, y nos sentimos con toda la libertad de ofenderle  tenemos dos opciones, o bien le decimos "eres una persona que posee poca inteligencia" o recurrimos a una grosería: "eres un idiota". Aunque en ambas formas lo que se está señalando es la poca capacidad intelectual del individuo, la segunda expresión refleja mayor énfasis en ese defecto.
¿Sabías que las groserías representan una válvula de escape para la tensión, por la que pasamos, al insultar descargamos a tal grado nuestro enojo, nuestra impotencia, nuestro dolor, que se podría decir que el insulto puede cumplir también una funcionan catártica en el ser humano?
 La catarsis es la sensación o vivencia o salud que una persona ha logrado conquistar los sentimientos de alivio, relajación, libertad, equilibrio e integración en la realidad y en el grupo por medio de una compresión de su situación real.

Resultados


Se llevó a cabo una encuesta a 100 personas escogidas al azar, entre ellos se incluían adultos, jóvenes, adolescentes y niños. La imagen del lado muestra parte de los resultados.
                     


Con esta investigación no pretendemos tomar una postura a favor ni en contra de las groserías, simplemente queremos resaltar su importancia en la sociedad y de que hoy en día se ha vuelto un lenguaje común. Tal vez el decirlas en una situación “adecuada” este bien, por ejemplo en una plática con tus amigos, puedes pasarte horas mencionándolas y nadie de los presentes se sentirá incómodo, es más puedes “jugar” con esas palabras, en cambio si las dices a una persona, como tu jefe, o cualquier otra, con toda la intención de ofender las reacciones serán diferentes.
Es sorprendente notar que son las mujeres quienes dicen más groserías, ya que  afirman que se han tenido que “igualar” de alguna manera al mismo lenguaje que los hombres, aunque ellas mencionan que es de mal gusto tener que utilizarlas.
Forma tu propio criterio y decide.
Si se considera que es innecesario decirlas, ¿por qué lo hacemos?.

Bibliografía

Integrantes:
Álvarez Díaz Estefanía Isabel 
Carrillo Ramírez Brenda
García Molina María Isabel
Juárez Sánchez Raquel
Sánchez López Viridiana





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