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jueves, 25 de abril de 2013

Masculinidades




 ¿SOMOS HOMBRES O PAYASOS?


La masculinidad es un conjunto de características, valores y comportamientos que una sociedad impone como el "deber ser de un hombre".


Los individuos, estamos emergidos en una convivencia de genero poco equitativa, aunque mucho se ha buscado mejorarla en realidad se ha logrado poco. A lo largo del tiempo se han determinado roles que implican rasgos específicos para significar a un hombre o a una mujer.


En la  sociedad en la que vivimos, un hombre debe cumplir con ciertas características para ser reconocido como tal, a estas, se les denomina masculinidad.


La masculinidad ha sido mal entendida en nuestra sociedad y estas ideas se han reproducido mediante estilos de crianza, actitudes, patrones conductuales, entre otras formas de divulgación que   lamentablemente  han preservado una cultura patriarcal y dominante, reforzada por el poder de las instituciones e ideas culturales antiguas ,que hoy resultan poco funcionales  conforme a los avances sociales de la humanidad, y, aunque hoy en día  se ha intentado desestimar estas ideas para lograr equidad entre hombres y mujeres el poder de estos dos refuerzos ha sido mayor a esto se le denomina masculinidad hegemónica tema principal  de nuestra investigación.


En nuestra sociedad mexicana, el modelo tradicional masculino es el que define cómo deben sentir, pensar y comportarse los hombres. Dicta las normas de lo que les está permitido y prohibido hacer.


Impone una manera rígida de comportarse, basada en aspectos de poder y  violencia.


El machismo es la etiqueta con la cual, en principio, se calificó a un tipo particular de masculinidad que se supone correspondería a América Latina (especialmenteMéxico, donde surge el término), pero posteriormente su uso se ha universalizado para significar dominación masculina. Dentro de cada sociedad y estrato específico predominara uno de los tipos de masculinidad, a este se le llama masculinidad hegemónica. Se la entiende como una forma culturalmente idealizada, un proyecto personal y colectivo, que se presenta como natural y que está socialmente sustentado. No todos los hombres la practican pero todos se benefician de su existencia Se trata de un modelo ideal jamás perfectamente alcanzado por los hombres reales y concretos, pero que ejerce su influencia sobre todos. En el concepto de masculinidad hegemónica son fundamentales dos ideas: la heterosexualidad como norma y la homofobia.


Para Connell, la masculinidad hegemónica puede definirse como


[1]“ como la configuración de prácticas de género que es comúnmente aceptada al problema de la legitimidad del patriarcado, la cual garantiza (o es tomada para garantizar) la posición dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres.”


Para que se establezca la hegemonía debe haber cierta correspondencia entre el ideal cultural y el poder institucional colectivo. Es decir, el modelo de masculinidad hegemónica tiene un alto grado de correspondencia con los valores prefijados por el discurso de los actores sociales dominantes, tales como el Estado, la Iglesia , el aparato educativo y los medios de comunicación. Por eso, más que la violencia directa, la marca de la hegemonía es la exitosa pretensión de autoridad.


La masculinidad hegemónica es “una cuestión de cómo grupos particulares de hombres ocupan posiciones de poder y riqueza, y cómo legitiman y reproducen las


relaciones sociales que generan su dominación” (Carrigan, Connell and Lee citados en Donaldson 1993: 655). A través de la masculinidad hegemónica muchos hombres se benefician del control sobre las mujeres y para unos pocos hombres significa también el control sobre otros hombres. La diferencia crucial entre la masculinidad hegemónica y otras masculinidades no es solamente el control de las mujeres, sino el control de éstas y de los demás hombres a su vez, y la representación de este dominio como “avance social universal”


El trabajo forma parte, además, del espacio público referido a lo masculino, polo opuesto y complementario del espacio privado, simbólicamente asociado con lo doméstico y femenino. Se trataría entonces de un espacio que, en tanto público, sería básicamente masculino en el que se realizan las actividades mejor valoradas socialmente, por ser el espacio de lo que se ve, de lo expuesto a la mirada pública.


(Amorós 1990: 8).


El trabajo se puede entender actualmente como un derecho que tienen hombres y mujeres .Teóricamente se tiene el mismo “derecho”, pero no se considera que, necesariamente, las mujeres deben trabajar, es decir no hay una normatividad estricta a este respecto; en cambio para el hombre sí es un comportamiento obligatorio en general y mucho más una vez casado, cuando es imperativo que mantenga el hogar.


Así como en la posibilidad de trabajar fuera de la casa se marca la masculinidad, en la posibilidad de salir a divertirse, también. Se ponen en circulación sistemas de clasificación que asignan lugares sociales a cada categoría de persona.  Las mujeres no pueden salir solas en tanto que los hombres sí y además deben cuidar de ellas. Los hombres, en tanto asociados al mundo exterior, se consideran responsables por la pureza sexual de sus mujeres (madre, esposa, hijas y hermanas) porque en ello estriba la esencia de su honor moral, y el honor moral es la esencia del honor porque está conectado con lo sagrado. El honor de un varón está comprometido en el comportamiento sexual de ellas, no en el propio. Se evidencia, así mismo, la importancia del reconocimiento de otros hombres y de la comunidad para reafirmar la masculinidad de cada varón.


Mucho se ha hablado de la crisis que genera en la mayoría de los hombres la paternidad sin embargo  actualmente  al referirse a la paternidad los hombres ya no consideran su participación como una ayuda o favor, pero la ampliación de la misma no está relacionada con una revisión de los deberes y derechos que les corresponden en tanto hombres frente a las mujeres. Las motivaciones para desear y procurar una vinculación más estrecha  con sus hijos son afectivas. Por ello podría decirse que la transformación apunta, más bien, en el sentido de una mayor sensibilización masculina, de una necesidad de expresar los sentimientos, que revela masculinidades nuevas menos “duras”.


La influencia social tiene un peso extremo en las ideologías o posturas de cada ser humano, esto nos canaliza a reflexionar en cuan diversa es esta red de pensamientos, nos percatamos de que algunas personas están emergidas en información acerca del tema, sin embargo aún no interiorizan como tal la postura de que los hombres son seres que sienten, que viven maltratos, que las actitudes proyectadas son parte del constructo social, de la manera en que se impone y ellos la adoptan, es importante recalcar que se llega a la masculinidad hegemónica mediante un proceso de enseñanza- aprendizaje, pero que  esta impartido por los padres o familiares cercanos. De esta manera es complejo llegar a una equidad de género porque no hay una transformación trascendental de este concepto de ser hombre.


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[1]   DEL PILAR TROYA MARIA. (2001) NO SOY MACHISTA PERO… FLACSO . ECUADOR

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