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lunes, 11 de abril de 2016

¿Amas o Controlas?


      Los celos son generales, existen en cualquier cultura, y constituyen una emoción humana muy profunda. No es fácil delimitar los celos normales de los patológicos (conocidos también como Síndrome de Otelo, a raíz de la celebérrima obra de Shakespeare), pero aquella persona que los sufre suele poseer una notoria inseguridad personal, junto a un sentimiento de posesión del otro (de por sí anómalo: el amor no debe confundirse con la posesión) y una ansiedad desmesurada a perder el objeto amado. Estos rasgos apuntan claramente a la existencia de una inestabilidad emocional.

    Los celos son frecuentes en la población general. En el estudio comunitario de Mullen y Martín (1991), el 40% de los sujetos afirmaron haber sufrido celos injustificados en algún momento de sus vidas y el 46% los vieron inevitables cuando una persona ama de verdad a otra. En este estudio también se identificaron algunas situaciones antecedentes de los celos, que la clínica nos presenta siempre, como que el ser amado mostrase interés por otra persona, que se desconociese el paradero de dicha persona y el estrés psicosocial ajeno a la relación sentimental. También se comprobó que las mujeres predispuestas experimentaban más celos en el período previo a la menstruación.



Hace tiempo Cobb y Marks (1979) indicaron que los celos patológicos constituían esencialmente un trastorno obsesivo-compulsivo (cuya fobia antecedente quedaría principalmente representada por el miedo desproporcionado a la infidelidad o a la pérdida de la pareja, que son muchas veces equivalentes en el paciente). 

Ambos autores (Coob y Marks, 1979) enfatizaron tres criterios de selección a la hora del diagnóstico diferencial de los celos patológicos; a saber:
  • 1.    Presencia de pensamientos y rituales obsesivo-compulsivos tal como quedan definidos en los manuales diagnósticos al uso.
  • 2.    Los pensamientos y rituales relacionados con los celos mórbidos deben tener, como mínimo, un año de duración.
  • 3.    Debe excluirse la presencia de alcoholismo, psicosis o trastornos orgánico-cerebrales.

Del mismo modo, más recientemente y en nuestras latitudes, Echeburúa y Fernández-Montalvo (1999), han presentado las siguientes características de los celos patológicos:

                     I.        Falta de provocación lógica.
                    II.        Extraña naturaleza de las sospechas.
                   III.        Reacción racional y excesiva.
                  IV.        Rituales de comprobación.
                   V.        Pérdida de control.
                  VI.        Interferencia grave en la vida cotidiana.
                VII.        Alto grado de sufrimiento personal. 

Todo lo anterior nos quiere decir que los celos traen consigo una preocupación y un miedo desmesurado hacia la infidelidad, frente a la pérdida de la pareja, lo cual provoca una intensa alteración emocional (ansiedad y agresividad fundamentalmente), que hacen que el sujeto desarrolle una serie de conductas comprobatorias (que son auténticos rituales compulsivos), cuyo objetivo es la tranquilización o la seguridad mediante el control de la otra parte. Existe también una constante amenaza percibida que se erige sobre la inseguridad, la ansiedad y la distorsión de la realidad permanentes por parte del sujeto

Esto hace que se ponga en marcha todo un mecanismo de comprobación (vigilar a la pareja a la salida del trabajo o controlar si está allí donde ha dicho que iba) para eliminar lo que, de momento, no son más que sospechas injustificadas: nuestra pareja muestra interés por otra persona, se retrasa o desconocemos su paradero. Otras ‘señales de peligro’ que actúan como desencadenantes de los celos son el aumento del círculo de amigos, la ilusión por ir al trabajo, arreglarse más o el desinterés sexual. También hay situaciones de estrés derivado de problemas económicos o laborales, entre otros, que reducen las defensas psicológicas y aumentan la expresión de los celos.

Pero las sospechas pueden convertirse pronto en certeza, ya que la conducta provocada por los celos (desconfianza, agresividad, falta de afecto y acusaciones injustificadas) hace que la pareja se canse y aumenten considerablemente las probabilidades de que se produzca un deterioro de la relación sentimental y un engaño real.

Abordar el tema de los celos es de una importancia transcendental, ya que al hacernos conscientes de que existe un proceso celotípico en nosotros, podemos empezar a vivir de una manera plena el vínculo con nuestra pareja.

Escindir el concepto de que el amor es sinónimo de celos es de suma relevancia para nuestras vidas, es entender que el amor no es control, posesión ni competencia. Los celos son comparación. Y se nos ha enseñado a comparar, hemos sido condicionados para comparar siempre. Una persona tiene una casa mejor, otra persona tiene un cuerpo más hermoso, otra persona tiene más dinero, otra persona tiene una personalidad más carismática. Los celos es indudablemente el subproducto del condicionamiento por compararse con todo aquel que pasa.

De otra forma, si dejas de comparar, los celos desaparecen. Entonces, simplemente sabes que tú eres tú y que no eres nadie más y que no es necesario serlo. Y sucede un evento extraordinario: No hay un “rival”, no hay competencia, no hay alguien mejor o peor que tú para tu pareja. Es bueno que no te compares con los árboles, de lo contrario comenzarás a sentirte muy celoso: ¿Por qué no eres verde? ¿Y por qué la existencia ha sido tan dura contigo y no con las flores? Es mejor que no te compares con los pájaros, con los ríos, con las montañas, con tu hermano, con tu padre, con tu vecino; de lo contrario sufrirás.

La comparación es una actitud estúpida, porque cada persona es única e incomparable. Una vez que este entendimiento se asienta en ti, los celos desaparecen. Cada uno es único e incomparable. Tú eres sólo tú mismo: nadie nunca ha sido como tú y nadie será nunca como tú. Y tampoco necesitas ser como algún otro.



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INTEGRANTES




Itzel                                                                                               Edgar








                                                                                                    








David                                                                                                                         Saúl 




Bibliografía
Bataller, S. A. (Febrero de 2002). Tratamiento conductual de un trastorno de celos. Obtenido de http://www.terapiabreveyeficaz.com.ar/Documentos/5celotipia.pdf
DPA. (02 de Abril de 2015). Las razones de los celos . Obtenido de http://www.ngenespanol.com/ciencia/salud/15/03/31/las-razones-de-loscelos/
Duno, R. R. (2013). LOS CELOS. Obtenido de http://biosalud.saber.ula.ve/db/ssalud/edocs/articulos/Loscelos.pdf
Martín, J. M. (2007). Los celos en la pareja. Obtenido de www.cetresmalaga.com/descargas/57.
Opi, E. P. (2004). Ellos, ellas y los celos. Una nueva mirada a un viejo problema. Obtenido de http://www.euskadi.eus/contenidos/noticia/balorazioa_emaize_13/es_balorazi/adjuntos/8_ellos_ellas_celos.pdf
OSHO International Foundation . (2016). Celos, Amor y Relaciones en el Siglo XXI. Obtenido de http://www.osho.com/es/read/osho/vision/jealousy-love-and-relating-in-the-21st-century








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